Desde el corazón de San Pedro Sula, José de 30 años viajó en 2010 hacia España, buscando una vida con oportunidades para trabajar con dignidad y donde pudiera generar dinero para ayudar a su familia. Lo mismo pasó con Irma, que desde Tegucigalpa emprendió un viaje sin retorno hacia Barcelona, en su caso, en búsqueda de asistencia humanitaria en materia sanitaria para tratar un cáncer de mama.
Desde 2010 han pasado 12 años, tiempo en el que ya somos más de 20 mil personas con historias similares a José e Irma. Cada quien con sus motivos, cada migración con su rostro, cada historia de éxito o fracaso con sus satisfacciones y culpas.
El fenómeno migratorio hacia España no es nuevo, tiene una tendencia de tres décadas, con un pico ascendente sobre todo en esta última, todo forma parte de las consecuencias generadas por el Golpe de Estado de 2009 y su continuidad a través de la dictadura del Partido Nacional.
España se volvió destino recurrente, ya no solo era José e Irma, sino ahora Carlos, Wilmer, María, Renata y así miles más que emprendían las «caravanas aéreas» (migración que tiene su alto riesgo por los filtros migratorios que determinan la entrada o rechazo del viajero), pero todos con un objetivo común: buscar una mejor vida y huir del país de las pocas oportunidades y del abandono gubernamental.
La migración de nuestros y nuestras compatriotas no se debe a contextos amistosos, muchos y muchas vivimos exilios económicos, políticos, violencia, delincuencia y extorsión, aspectos objetivos generados por la irresponsabilidad de los gobiernos anteriores y su desinterés por construir un país donde el pueblo, sea la prioridad.
Han pasado 12 años y ahora aunque se dice que la comunidad migrante hondureña es apolítica e indiferente, en realidad están equivocados, porque los migrantes (seamos organizados o no) igualmente sufrimos, nos indignamos y repudiamos. También diferenciamos a los buenos gobiernos de los malos y sobre todo, agradecemos cuando hacen cosas positivas por nosotros.
En esencia tenemos motivaciones y queremos que el país cambie; que el Gobierno que tenemos sea mejor que el de los últimos 12 años y que en su lugar, actúe en beneficio de nuestras familias en Honduras y sobre todo en favor de la diáspora en España. En realidad somos políticos, todos y todas sin excepción, incluso José e Irma; que no seamos partidarios es otra cosa, pues finalmente sentir y querer un cambio nos convierte en personas políticas.
Tanto José, Irma, Renata y María no olvidan su país, pasan pendientes de sus familiares, de lo que dicen las noticias, de las giras de artistas y personalidades por Barcelona, de la comunidad que cocina platillos para sentirse en casa: nadie olvida sus raíces, así como nadie olvida el daño que la corrupción nos ha hecho y con ello los motivos que nos obligaron a salir del país en estos últimos 12 años.
Cada quien ha decidido la forma de sentir, de indignarse y de desear, muchos se aglutinaron en asociaciones para compartir aprendizaje, emprender o involucrarse, otros, como nosotros y nosotras, nos organizamos en el Partido Libre, por medio del Colectivo de Barcelona, España.
La diáspora hondureña ha tenido un rol activo por medio de diversas expresiones organizativas de lucha en los últimos años: el Golpe del 2009, el saqueo del Instituto Hondureño de Seguridad Social, las violaciones a derechos humanos, el asesinato de la compañera ambientalista Berta Cáceres, el fraude del 2013 y 2017, entre otros, lo cierto es que fueron luchas compartidas, no exclusivas, luchas que finalmente nos unían a pesar de las diferencias.
En nuestro caso, motivados por la conciencia y pertenencia de clase, apostamos por el Partido Libre, como trinchera partidaria para unir esfuerzos por desmontar el pasado, un pasado triste que motivó a huir a Irma y José, pero también a nosotros y a vos que lees este texto.
Nos aglutinamos en el Colectivo de Libre de Barcelona, porque creemos que la lucha organizada y consciente también pasa por acompañar a un Gobierno que lidera un programa de transformación que no solo tome en cuenta mejorar las condiciones de vida para nuestros compatriotas en Honduras, sino que tenga presente a su comunidad migrante, especialmente en Barcelona.
No ha sido fácil llegar a España, hemos estado expuestos a un viacrucis migratorio que enfrenta múltiples circunstancias: desempleo, la irregularidad de nuestro estatus migratorio, el ejercicio laboral bajo condiciones precarias y muchas de ellas sufriendo en carne propia violaciones a derechos laborales.
Bajo la administración del Partido Nacional, los consulados, embajadas y representaciones diplomáticas, nunca se preocuparon por nosotros, en su lugar, usaron este espacio como agencias de empleo y no como una plataforma para servir a su gente.
Ahora estamos viendo una nueva realidad, donde todos los consulados de España, como oficinas representativas del Gobierno de la República que dirige la presidenta Xiomara Castro, están funcionando como instituciones al servicio del pueblo, trabajando horas extras, atendiendo con mayor amabilidad y reflexionando en la mejora permanente y gradual de las atenciones a la población.
Como Colectivo hemos sumado nuestro granito de arena en ese cambio, sirviendo como voluntarios y voluntarias, colaborando en las jornadas de enrolamiento y otras cosas más. Lo hacemos porque somos un espacio que cree en el proyecto de refundación, lo hacemos porque no queremos que José e Irma sigan sufriendo el abandono de su Gobierno.
Somos un Colectivo que acompañará el proyecto de refundación, pero que también servirá con solidaridad a Renata, María, Wilmer, Carlos, José, Irma y a todos nuestros compatriotas residentes en Barcelona.
Este es el Colectivo del partido del pueblo, que bajo una coordinación nueva, digna, comprometida, honesta y sincera, abre sus puertas a todos y todas sin excepción, para que desde la simpatía y compromiso, juntemos esfuerzos por construir un mejor país y servir con solidaridad.
Por:
Colectivo de Libre en Barcelona España