A la salida de la estación del metro en Plaza Cataluña se encontraba un joven: pelo negro, abrigo roto y pantalón gris con manchas de pintura.
Parecía desorientado y preocupado, buscaba su cartera en su pantalón: aparentemente había perdido su dinero y tarjeta de tren.
Su entorno lo veía con ojos extraños pues su aspecto no pintaba tan bien. Decidió pedir dinero a un señor para comprar su pasaje y continuar su viaje, de respuesta recibió una mirada de desconfianza, acompañada de: “no tengo dinero”.
La desconfianza es una reacción natural a lo desconocido, a los estigmas establecidos por la sociedad y a las asociaciones mentales sobre experiencias del pasado. Quien negó ayuda al joven pintor, quizá tuvo diversos motivos, pero el principal fue la desconfianza.
En la política la desconfianza está presente, sobre todo en la ciudadanía que por años ha visto a los partidos políticos como organizaciones demagógicas que prometen desmedidamente y que se desentienden cuando han logrado su objetivo.
Podemos decir que existen dos tipos de políticos: el de principios y el de oportunidades. El principista normalmente es una persona comprometida, honesta, solidaria, sincera, servidora y sobre todo confiable; en cambio el oportunista, es el principal responsable de forjar con sus actitudes tradicionalistas, la desconfianza ciudadana en las instituciones políticas.
Ya nadie confía en los políticos de oportunidades y vaya que los movimientos políticos están llenos de este tipo de personas: son un cáncer que carcome de a poco a la dignidad partidaria.
¿Quién no ha tenido una experiencia con un político de oportunidades? Casi todos, por no decir todos. Ellos no solo prometen, también manipulan, conspiran, engañan y sobre todo defraudan. De ellos es que hay que rescatar la poca dignidad que le queda a la política.
El principal reto es devolverle los principios a los movimientos políticos. De establecer la dignidad y la sinceridad, como atributos innegociables para servir sin esperar nada a cambio y sobre todo: sin engañar.
La incredulidad es prima hermana de la desconfianza. Quizá el señor negó ayuda al joven pintor porque además de desconfiar, tampoco creyó que su cartera se había perdido.
Los argumentos pueden ser mayores, cada uno abre puerta al otro y así la lista se extiende exponencialmente. De esa misma forma se abre el camino del desprestigio de los movimientos políticos cuando éstos, son conducidos por políticos de oportunidades.
El Colectivo de Libre en Barcelona, es un movimiento que tiene claro que para devolverle la confianza a la ciudadanía escéptica que ha sido víctima del engaño y la manipulación, hay que volver a los principios.
Hay que volver al principio de hablar con la verdad. Hay que volver al principio de prometer lo que se puede cumplir. Hay que volver al principio de igualdad entre hombres y mujeres. Hay que volver al principio de lealtad y respeto a los colegas. Hay que volver a los principios de servir con solidaridad y dignidad.
No tenemos máscaras, somos un movimiento político que acompañará al proyecto de refundación de Honduras encabezado por la presidenta Xiomara Castro.
Actuamos motivados por los principios, convirtiéndonos en una alternativa digna para nuestros compatriotas residentes en Barcelona, que deseen organizarse en un espacio que quiere contribuir activamente a la construcción de un país mejor.
Nuestro Colectivo es una apuesta para servir a nuestra comunidad migrante sin demagogias tradicionalistas, sin engaños y sobre todo: sin desconfianzas.